Ya puedo sumar dos novelas de ciencia-ficción a mis lecturas favoritas, pero hablaré sólo de una de ellas. Después de mi primera incursión en el género con «Las siete Margarets», me regalaron «Los Desposeídos» de Ursula K. Le Guin, y justo cuando caigo rendida a sus pies, nos abandona esta fascinante mujer.
A medida que iba leyendo esta desgarradora pero también ilusionante historia de un espíritu libre, Shevek, físico teórico deseoso de compartir con el universo entero su conocimiento, fui investigando acerca de esta maravillosa mujer que fue Ursula K. Le Guin. Y ¿quién si no otra prodigiosa mujer, @MariaPopova, con su descomunal blog Brain Pickings, iba a explicar tan bien quién era Le Guin?. Leed el artículo y decidme cuál de las dos os deja más pasmados.
Muchas críticas en la red hablan de «Los Desposeídos», sobre el soberbio dilema social y político que plantea, enfrentando dos mundos, uno más parecido al nuestro, liberal, bello e injusto (Urras), y otro, libre, justo pero también cruel (Anarres, la tierra de Odo). La mayoría de esas críticas han sido hechas por hombres, eruditos del género, si, pero hombres. Y sin ánimo de menospreciarlas, nada más lejos de mi intención (y más teniendo en cuenta mi completo desconocimiento del género), leer a Le Guin, es viajar al interior las mujeres, a un mundo con mil gradaciones de un mismo color, donde las cosas nunca son de determinada manera, sino que son una cosa y la opuesta, o al menos, una cosa y otra distinta a la vez. Una suerte de caja de Schrödinger que nunca se abre y por lo tanto siempre contiene simultáneamente la posibilidad de que el gato esté vivo y muerto .
Cuánto conocimiento sobre la naturaleza humana demuestra Le Guin al ser capaz de contar una realidad tan rica y diversa, tan compleja, con tanta sencillez.
El consumo y la libertad
«Había imaginado que si a un ser se le quitaba el incentivo natural -la iniciativa, la energía creadora espontánea- para sustituirla por una motivación externa y coercitiva, se lo convertiría en un trabajador holgazán y negligente. Pero no eran trabajadores negligentes los que cultivaban aquellos sembrados maravillosos, los que fabricaban los soberbios automóviles, los trenes confortables. La atracción, la compulsión del lucro era evidentemente un eficaz sustituto de la iniciativa natural.»
«Una manzana más adelante Shevek se había sentido totalmente exhausto. No podía seguir mirando. Quería taparse los ojos. Y lo más inaudito de esa calle pesadilla era que ninguno de los millones de objetos en venta se hacían allí. ¿Dónde estaban los talleres, las fábricas, dónde estaban los los granjeros, los artesanos, los mineros, los tejedores, los químicos, los tallistas, los tintoreros, los dibujantes, los maquinitas, dónde estaban las manos, la gente que hacía esas cosas? Fuera de la vista, en otra parte, detrás de los muros. Toda la gente en todas las tiendas eran compradores o vendedores. No tenían otra relación con las cosas que la posesión.»
«El origen natural, estético del deseo de tener cosas estaba enmascarado y pervertido por compulsiones económicas y competitivas, compulsiones que limitaban a su vez la calidad de los objetos: todo no era más que una especie de despilfarro mecánico. Aquí, en cambio, había gracia, la gracia de la austeridad.»
«-Ustedes son ricos, nosotros pobres. Ustedes tienen, nosotros no tenemos. Todo es hermoso aquí. Menos las caras. En Anarres nada es hermoso, nada excepto las caras. Las otras caras, los hombres y las mujeres. Nosotros no tenemos nada más. Aquí uno ve joyas, allí uno ve los ojos. Y en los ojos ve el esplendor, el esplendor del espíritu humano. Porque nuestros hombres y mujeres son libres. Y ustedes los poseedores son poseídos. Viven todos en una cárcel. Cada uno a solas, solitario, con el montón de lo que posee. Viven en una cárcel y mueren en una cárcel.»
La memoria histórica
«Renegar del pasado no es triunfar. Los odonianos que abandonaron Urras habían cometido un error, aquel coraje desesperado había sido un error, el error de renegar de la historia, de renunciar a la posibilidad de retorno. El explorador que no vuelve, o que no envía de regreso sus naves para que cuenten lo que ha visto, no es un explorador, es un aventurero, y sus hijos nacen en el exilio.»
La educación
«El sistema de exámenes, cuando se lo explicaron, lo descorazonó; no podía imaginar nada más nefasto para el deseo natural de aprender que este modo de proporcionar y exigir información.»
«Le dijeron a Shevek con orgullo que la competencia por las becas universitarias de Leu Eun era cada año más estricta, lo que revelaba el carácter esencialmente democrático de la institución. El respondió:
-Ustedes ponen otro candado en la puerta y lo llaman democracia.-Le gustaban sus alumnos, corteses e inteligentes, pero no sentía verdadero afecto por ninguno de ellos. Todos se preparaban para seguir carreras científicas, académicas o industriales, y lo que aprendían de él era un medio para ese fin, el éxito en tales carreras. Cualquier otra cosa que él pudiera ofrecerles, o bien ya la tenían, o le negaban toda importancia.»
«Todo era pragmático: los niños aprendían a ver, a hablar, a escuchar, a moverse, a manejar. No había una línea divisoria entre las artes y los oficios; el arte no tenía lugar especial en la vida, era una simple técnica básica de la vida, como el lenguaje. De este modo la arquitectura había desarrollado desde el principio y en plena libertad, un estilo coherente, puro y simple, de sutiles proporciones. La pintura y la escultura eran sobre todo elementos de la arquitectura y el urbanismo. En cuanto a las artes de la palabra, la poesía y la narrativa, tendían a ser efímeras, a confundirse con el canto y la danza; sólo el teatro se mantenía aparte y sólo al teatro lo llamaban ‘El Arte’, algo completo en sí mismo. (…) La música era una necesidad urgente, una satisfacción más profunda que la compañía humana.»
«No educamos para la libertad. La educación, la actividad más importante del organismo social, se ha hecho rígida, moralista, autoritaria.»
La organización política y social
«- ¿Esperan acaso que los estudiantes no sean anarquistas?-dijo-. ¿Qué otra cosa pueden ser los jóvenes? ¡Cuando se está abajo, hay que que organizarse de abajo para arriba!»
«-Para hacer un ladrón, haz un propietario, para que haya crímenes, haz leyes.»
«-¡Hablo de sufrimiento espiritual! De gente que ve malgastado su talento, su trabajo, su vida. De mentes bien dotadas sometidas a mentes estúpidas. De la fortaleza y el coraje estrangulados por la envidia, la ambición de poder, el miedo al cambio. El cambio es libertad, el cambio es vida….¿Hay algo más básico en el pensamiento odoniano? ¡Pero ya nada cambia! Nuestra sociedad está enferma.»
«La conciencia social ha dejado de ser una cosa viva para transformarse en una máquina, ¡una máquina de poder, manejada por burócratas!
«-Siempre es más fácil no pensar que pensar por tu propia cuenta. Encontrar una jerarquía agradable y segura, y dejarse estar. No cambiar nada, no arriesgarte a las censuras, no intranquilizar a tus síndicos. Dejarte gobernar es siempre más cómodo.»
«La promesa, el compromiso, la idea de fidelidad era esencial dentro de la complejidad de la libertad.»
«Ningún hombre gana el castigo, ningún hombre gana la recompensa. Libera tu mente de la idea de merecer, la idea de obtener y empezarás a ser capaz de pensar.»
«El deber del individuo es no aceptar ninguna norma, decidir su propia conducta, ser responsable. Sólo así la sociedad vivirá, y cambiará, y se adaptará, y sobrevivirá. Nos somos súbditos de un Estado.»