El tren, a su paso por Altea, ha supuesto siempre una fractura territorial y una frontera urbana que pasarelas, pasos a nivel y demás inventos han intentado resolver sin mucho éxito. Ya sabemos que esa batalla tan solo podremos ganarla convirtiendo el tren en tranvía, ampliando los servicios, eliminando las barreras, reduciendo la velocidad y haciéndolo formar parte de nuestra vida diaria colectiva. Y eso sólo será posible si se convierte en elemento estructurante de todo nuestro término municipal.
En cualquier caso, hasta hace nada, el lecho sobre el que se apoyaban las vías, de tierra apisonada y grava, permeable al agua, hacía su impacto ambiental relativamente reducido en la medida en que no modificada las escorrentías naturales ni constituía frontera biológica.
Las obras recientes de FGV en Altea no han reducido el efecto barrera y sí han aumentado el grado de impermeabilidad del suelo. La utilización de SUDS (sistemas de drenaje sostenible) o pavimentos filtrantes con recuperación y tratamiento de agua, son aspectos esenciales cara a la prevención de inundaciones y deberían haber sido elementos clave en el diseño del proyecto dada la escasez de agua a la que nos enfrentamos en el Levante español, que nos hace especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático.
SI sus efectos son los previsibles, y todo apunta a que sí, planificar y ejecutar obras de esta envergadura sin tener en cuenta las medidas mínimas de mitigación y de adaptación, mal futuro nos espera.

El programa WSUD integra el ciclo urbano del agua, incorpora el suministro, las aguas residuales, las aguas pluviales y la gestión de las aguas subterráneas, el diseño urbano y la protección del medio ambiente, como la única manera de lograr una gestión eficiente que pueda reducir la degradación ambiental y afrontar la escasez presente y futura, y por lo tanto, garantizar nuestra supervivencia.
Puede que aún estemos a tiempo, pero no podemos dejar pasar muchas más oportunidades como esta.