El rumor de los pasos sobre la arena, ese arrastrar y dejar huella tras huella, y hundirse; el recuerdo de mar al caminar sobre los cantos rodados para los que crecimos en playas como la de Altea; la frescura del verde, el polvo de la tierra…los juegos con el barro, el crujir de las hojas secas.
Son muchos los recuerdos, colores, tactos y olores asociados al caminar. Pero la vida en la ciudad nos impide más a menudo de lo que nos gustaría, experimentar el placer de andar pisando algo que no sea asfalto.
La ciudad sorprende con la mirada alta. Edificios, gente, luminosos. Generar sorpresa a ras de suelo es también una posibilidad, aunque molesta para el buen orden de las cosas, porque ensucia. Pero, ¿qué pasaría si en lugar de enlosar el suelo, dejáramos algún cacho de tierra, arena, piedras, hojas secas?
Además de gozar con la experiencia del cambio de textura, de color y olor, estaríamos creando un hábitat para muchos organismos esenciales (insectos, reptiles, pequeños mamíferos), aumentaríamos la capacidad de secuestro de carbono del suelo y mejoraríamos el uso del espacio público y no sólo para la especie humana.
Una maravillosa experiencia se está desarrollando en Seattle con The Pollinator Pathway Program diseñado por la artista Sarah Bergmann, con la colaboración de ciudadanos, urbanistas, ingenieros y departamentos municipales.
Nosotros por nuestra parte, aportamos un nuevo divertimento urbano, cambiando unos cuantos adoquines para colocar otros materiales….
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Plaza del Ayuntamiento Altea (Alicante) |
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Diversión en el suelo! Let’s play! |